viernes, 13 de julio de 2012

Que nos jodamos

A estas alturas, no hace falta decir que las circunstancias económicas obligarían a cualquier partido que estuviese ahora en el Gobierno a adoptar medidas duras para la población. Pero el problema del ejecutivo de Mariano Rajoy es que sus decisiones no están inspiradas únicamente en la economía.

Hay una profunda carga ideológica en los ajustes del Gobierno, y la crisis es la excusa para castigar a los sectores de la población que tradicionalmente han separado a la derecha de un poder del que se sienten acreedores por derecho natural. El Partido Popular concentra el sentir de esa clase conservadora española clasista, garrula y casposa, que sigue culpando a la democracia de haber descolocado una pirámide social en la que cada uno estaba en su sitio: los ricos arriba y los pobres abajo, obedeciendo.

Es por esto que han recortado según sus prejuicios y convicciones. Como no les gusta que el poder se reparta ni que haya por ahí gente hablando en algo que no sea castellano, leña a las Comunidades Autónomas. Como tampoco les gusta que los pobres se codeen con sus hijos en la universidad, hachazo a la educación. Como están convencidos de que un ciudadano como Diosh manda puede pagarse un seguro privado, mazazo a la sanidad pública.

Y con los desempleados, ocurre lo mismo. La prestación por desempleo es un rival para aquellos infraempleos de doméstica interna pagada con techo, comida y diez pesetas a la semana. Cuando Andrea Fabra gritó "que se jodan" en el Congreso, estaba resumiendo la opinión de su partido y de su electorado más fiel sobre una clase obrera lo suficientemente digna como para ser sometida.

La pobreza es un gran instrumento de dominación. Y eso lo saben muy bien los herederos de aquellos que se hicieron de oro en la España Negra. Por eso ahora están contentísimos y aplauden a rabiar al Presidente del Gobierno. Ellos se están saliendo con la suya. Y los pobres, que se jodan.

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