martes, 31 de julio de 2012

El objetivo de déficit, o qué harías si tu banco te obligase a liquidar tu hipoteca en un año

Hoy he leído una buena noticia siniestra: el déficit del Estado Español ha superado su meta para este año, situándose en un radiante 4%. Y otra más tétrica todavía: la seguridad social ha conseguido un superávit de más de 8.000 millones de euros.

Tanto la una como la otra deberían ser celebradas a bombo y platillo, si no viniesen acompañadas por la constante amenaza de nuevos recortes. Me resulta especialmente doloroso asistir al deterioro del sistema público sanitario o al encogimiento de las prestaciones por desempleo, mientras el ministro Montoro presume de superávit en la seguridad social.

Pero lo que supera todos los límites de la decencia y la vergüenza humana es lo del déficit. El FMI y el BCE exigen más recortes, más ajustes, más sacrificios, a pesar de que nuestro Estado sólo debe un 4% del PIB. Es decir, que España es dueña del 96% de su riqueza, lo cual no me parece que esté tan mal.

De hecho, ya quisiera yo estar en la misma situación. Yo debo al banco aproximadamente el 1.500% de mi patrimonio. Me refiero, naturalmente, al monto de mi hipoteca. Y sin embargo mi mujer y yo vamos tirando, al menos mientras sigamos teniendo trabajo. Pero, ¿qué ocurriría si el banco nos exigiese pagar toda la hipoteca el año que viene? Pues que tendríamos que buscar un empleo para las noches, otro para el fin de semana, deberíamos dejar de salir, de comprar ropa y zapatos, de lavarnos y por último, de comer. Moriríamos literalmente de hambre y aún así no conseguiríamos liquidar el préstamo.

Pues bien, eso es lo que los eurovampiros exigen a España, y lo que el Gobierno español intenta vendernos como "el camino correcto". Resulta que dicho camino es aquél en el que un 6% de déficit es inadmisible y un 25% de desempleo es perfectamente asumible. No sé ustedes, pero yo no lo veo así. De hecho, el paro debería ser combatido antes y mejor que la deuda, porque cuantos más trabajadores, más contribuyentes, más consumo y menos pensiones.

El problema es que la medidas que nos impone Europa no están pensadas para iluminar el porvenir de los españoles, sino para asegurarse de que los inversores recuperarán cada euro que hayan colocado en nuestra pobre patria. Que los gobiernos extranjeros trabajen para ese objetivo me parece monstruoso pero entendible. Lo que no me cabe en la cabeza es que el ejecutivo Rajoy siga ese mismo camino, la senda de la traición.

¿La solución? Pues a lo mejor es más fácil de lo que creemos. Recuerden que el año que viene hay elecciones al Parlamento Europeo, y que tendremos la oportunidad de dejarlo vacio de neoliberales para llenarlo con otros representantes, unos que se inclinen más a conseguir el bienestar del conjunto de los ciudadanos que a blindar la sagrada ganancia de un puñado de inversores.

Pero bueno, bastará con que alguien les meta en el cuerpo el miedo a una Europa sin euro (¿y qué cojones pasaría realmente?), para que corran ustedes a renovar su confianza en quienes les están saqueando.

En fin, disfruten de lo votado y de lo por votar...

viernes, 13 de julio de 2012

Que nos jodamos

A estas alturas, no hace falta decir que las circunstancias económicas obligarían a cualquier partido que estuviese ahora en el Gobierno a adoptar medidas duras para la población. Pero el problema del ejecutivo de Mariano Rajoy es que sus decisiones no están inspiradas únicamente en la economía.

Hay una profunda carga ideológica en los ajustes del Gobierno, y la crisis es la excusa para castigar a los sectores de la población que tradicionalmente han separado a la derecha de un poder del que se sienten acreedores por derecho natural. El Partido Popular concentra el sentir de esa clase conservadora española clasista, garrula y casposa, que sigue culpando a la democracia de haber descolocado una pirámide social en la que cada uno estaba en su sitio: los ricos arriba y los pobres abajo, obedeciendo.

Es por esto que han recortado según sus prejuicios y convicciones. Como no les gusta que el poder se reparta ni que haya por ahí gente hablando en algo que no sea castellano, leña a las Comunidades Autónomas. Como tampoco les gusta que los pobres se codeen con sus hijos en la universidad, hachazo a la educación. Como están convencidos de que un ciudadano como Diosh manda puede pagarse un seguro privado, mazazo a la sanidad pública.

Y con los desempleados, ocurre lo mismo. La prestación por desempleo es un rival para aquellos infraempleos de doméstica interna pagada con techo, comida y diez pesetas a la semana. Cuando Andrea Fabra gritó "que se jodan" en el Congreso, estaba resumiendo la opinión de su partido y de su electorado más fiel sobre una clase obrera lo suficientemente digna como para ser sometida.

La pobreza es un gran instrumento de dominación. Y eso lo saben muy bien los herederos de aquellos que se hicieron de oro en la España Negra. Por eso ahora están contentísimos y aplauden a rabiar al Presidente del Gobierno. Ellos se están saliendo con la suya. Y los pobres, que se jodan.